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Historia monástica

El Cister en España

A finales del siglo XI, en 1098, un grupo de 22 monjes del monasterio cluniacense de Molesmes, liderados por el abad Roberto y el prior Alberico, se establecieron en Citeaux (Cistercium en latín), cerca de Dijon, con el objetivo de restaurar la estricta observancia de la Regla de San Benito. Junto con Esteban Harding, considerado uno de los fundadores de la Orden del Císter, promovieron una vida monástica centrada en la pobreza, la oración y el trabajo manual, en contraste con la opulencia de los monasterios cluniacenses de la época.

La expansión de la Orden se consolidó en el siglo XII, especialmente gracias a la influencia de Bernardo de Claraval, quien impulsó su crecimiento por Europa, incluyendo España. En la península ibérica, el Císter se estableció a mediados del siglo XII, con monasterios como el de Fitero en Navarra y el de Sobrado en Galicia, considerados de los primeros asentamientos cistercienses en la región.

La fundación de estos monasterios generalmente involucraba la donación de tierras por parte de la realeza o la nobleza, con el propósito de establecer comunidades monásticas dedicadas a la oración y al trabajo, siguiendo los principios de la Regla de San Benito.

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San Benito de Nursia

San Benito de Nursia (c. 480-547) es el fundador del monacato occidental y de la Orden Benedictina. Nació en Nursia y, buscando una vida de entrega a Dios, se retiró como ermitaño en Subiaco, donde atrajo discípulos y fundó varios monasterios. Más tarde, estableció la abadía de Montecasino, donde escribió su famosa Regla de San Benito, que estructuró la vida monástica en torno a la oración, el trabajo y la vida comunitaria bajo la obediencia a un abad. Su legado influyó en la creación de órdenes como los cistercienses y los trapenses, y su espiritualidad sigue vigente en monasterios como el de San Pedro de Cardeña, donde se mantiene la tradición benedictina de silencio, contemplación y laboriosidad.  

 

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La Orden Trapense

La Orden Trapense, o Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, nació en el siglo XVII como una reforma del Císter, promovida en la Abadía de La Trappe (Francia) por Armand-Jean de Rancé, quien impulsó una vida monástica más austera basada en el silencio, la penitencia y la autosuficiencia. Siguiendo la Regla de San Benito, los monjes trapenses combinan la oración, el trabajo manual y la contemplación, dedicándose a la producción artesanal de bienes para su sustento. En el Monasterio de San Pedro de Cardeña, esta tradición se mantiene viva, ofreciendo un estilo de vida centrado en la espiritualidad, el retiro y la comunidad monástica.  


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